- CON OCHOA REZA, PEÑA NIETO EVITA UN "ALBAZO" PARA EL 2018, COMO EL DE ECHEVERRÍA
- PEÑA NIETO, BELTRONES Y EL PRI...FUERON HERIDOS POR LA MISMA BALA
- LOS OPERADORES DE LA TRAICIÓN ELECTORAL PASADA, ESPERABAN QUE PEÑA NIETO LOS LLAMARA PARA "ENTREGARLES" EL PRI...Y LOS PINOS
- BEATRIZ PAREDES, RESPONSABLE DE LA ELECCIÓN DE LOS AHORA GOBERNADORES PRIÍSTAS PERDEDORES
De JOSÉ A. PÉREZ STUART
Ese es el verdadero, el profundo significado, de dos hechos:
1.- La designación de Enrique Ochoa Reza como nuevo presidente del comité ejecutivo nacional del PRI, y
2.- El enojo, tanto público como soterrado, de los viejos caciques que aún quedan en el PRI, ante el nombramiento del ya citado Ochoa Reza como sustituto de Manlio Fabio Beltrones.
De inmediato, la izquierda delirante ha acusado y resentido el golpe severo y, a través de su vocero oficioso, Gerardo Fernández Noroña, ha diagnosticado (10/07/16) con certeza el fondo de la respuesta de Peña Nieto y las fuerzas liberales a la traición de los pasados comicios:
"Para ser más preciso aún, el nacionalismo revolucionario del PRI está muerto y enterrado desde antes de la llegada de Ochoa..."
En otras palabras, la reiterada operación traicionera que llevaron a cabo las logias
Curiosa, por no decir que sospechosa, la actitud de los Fernández Noroña y los columnistas políticos que se rasgan las vestiduras por la llegada de Ochoa Reza a la presidencia nominal del PRI. Demandaban cambios en el Revolucionario Institucional; la salida y castigo a los caciques corruptos que desde las gobernaturas manejan a su antojo al Partido, y también exigían el desplazamiento de aquellas figuras popularmente consideradas como un lastre para ese instituto político. Pues bien, ahora que se da ese cambio...torpedean con sus críticas al Presidente y le dan juego a los caciques que tanto han lesionado al país y traicionado al Partido en el poder, como por ejemplo, un Ulises Ruíz o bien los personeros de un Enrique Doger y Juan Manuel Vega Rayet. Doger y Vega Rayet fueron retratados en su traición al PRI en las pasadas elecciones, y han quedado callados ante las acusaciones. A Doger, por ejemplo, se le
Peña Nieto, el PRI, Beltrones, hay que entenderlo, fueron heridos por la misma bala.
La acción traicionera emprendida por las logias socialdemócratas, como sucedió en los ya citados comicios de 1998 y 2006, les disparó a esos tres, para anularlos de la sucesión. ¿Por qué entonces tratar de contrapuntear a Beltrones con Ochoa Reza o con Peña Nieto?.
El mismo Beltrones se quejó ante el Presidente Peña Nieto de la traición de "priístas" de los más diversos niveles.
Y los gobernadores "priístas" que entregaron la plaza al enemigo y se caracterizaron ya por su corrupción, ya por sus excesos, ya por sus escándalos...¡ninguno fue colocado por Peña Nieto! .
Peña Nieto era sólo gobernador del Estado de México, cuando ellos fueron postulados a las gobernaturas de las entidades que acaban de entregar a la masonería socialdemócrata que dirige las alianzas PAN-PRD. Todos ellos llegaron al poder en el 2010. Peña ya para ese entonces era el precandidato priísta con mejor puntuación popular, pero ni presidía el PRI ni le correspondió "palomear" las candidaturas de los ahora perdedores. Lo más que le puede ser señalado tanto a él como al propio Beltrones, fue que les ayudaron públicamente durante sus respectivas campañas, asistiendo a mítines. En aquél entonces, quien presidía el PRI era Beatriz Paredes. Ella es la responsable de haberlos escogido. Y para el cierre de sus respectivas campañas, Peña Nieto, Beltrones y la propia Beatriz Parades se repartieron la asistencia, aún cuando hubo entidades en la que los tres pudieron estar juntos.
Así las cosas, pues, la respuesta de Peña Nieto es contundente. No cayó en la trampa. Los caciques están nuevamente molestos. Enrique Peña Nieto, con Ochoa Reza, además, jugará la sucesión presidencial con un hombre que evitará un albazo como el que le dieron a Gustavo Díaz Ordaz los grupos controlados por Gómez Villanueva. Esto último deberá entenderlo perfectamente Miguel Ángel Osorio Chong. Pero también esto quiere decir que, a sabiendas de las traiciones, y medida la capacidad de maniobra de la masonería socialdemócrata, los liberales están dispuestos a jugarla --sin recurrir a las viejas figuras desgastadas--, pero no a regalarla.
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