martes, 2 de octubre de 2018

Tres alarmas sonando: el dólar, Francisco y López.

*   EL "TITANIC" EN EL QUE TODOS VAMOS SUBIDOS.


*   ES LA HORA DE "LAS VÍRGENES PRUDENTES"


*   TOMAR SUS PROVIDENCIAS AHORA, QUE ES TEMPRANO.




De JOSÉ A. PÉREZ STUART.






Las alarmas automáticas se han echado a llorar y sólo las vírgenes necias --confiadas en dejar todo para la última hora--, no toman las providencias para ponerse a salvo en este mar vapuleado:


1.-  El discurso incendiario del próximo Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, invita a una recesión económica que, entre otras cosas, ya tambalea a la moneda nacional, el "Peso", y obliga a proteger presurosamente el patrimonio corporativo, familiar y personal.


2.- El modelo económico de bienestar sustentado en un Estado pródigo que se alimenta de dinero prestado (vía la oferta de espejitos-papeles-bonos gubernamentales a especuladores), evidencia a nivel mundial un elevado nivel de insostenibilidad que toca a la puerta con otra gran crisis financiera de gran calado.


3.- Y el Cisma factual que vive la Iglesia y resquebraja las conciencias de millones de católicos en el mundo --lastimados por un Papa que para algunos o muchos no aclara, sino desconcierta; que no define, sino confunde; que no apacienta, sino confronta; que no resguarda doctrina, sino que la suplanta; que hoy se contradice y mañana también--, ya ha llevado a destacadísimas personalidades del mundo eclesiástico a hablar del "11 de septiembre" católico y a comparar el momento actual con las advertencias apocalípticas de Daniel a las que Nuestro Señor Jesucristo remite, cuando advierte de la "abominable desolación" (Marcos 13,14; Mateo 24, 15-22 y Lucas 21, 20) que habrá de venir.


Las alarmas, pues, gimen en tres niveles. 


Pero sería incorrecto hablar de un circo de tres pistas, ya que finalmente todos, absolutamente todos, vamos en el mismo barco. En un mismo barco. Así que lo apropiado sería ubicar el momento presente en el Titanic de la Posmodernidad, en el que a pesar de viajar sus ocupantes en niveles distintos, todos vamos a resultar afectados, pues mientras unos ríen, otros se casan, otros bailan, otros juegan, otros trabajan...y la orquesta sigue tocando, el choque con el iceberg es irremediable.


























La desgracia, pues, acecha. Es inevitable.


El futuro Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se ha reunido en privado con sus más allegados para celebrar la boda de uno del grupo. Guardaespaldas y vallas metálicas de por medio, en petit comité, han brindado con champaña, degustado langosta, espárragos, camarones, riquísimos postres. Han bailado y cantado. Miles de flores naturales y una tonalidad a media luz, los ha rodeado, envuelto, encubierto y protegido. Pero la música de Los Ángeles Azules no puede evitar el choque irremediable, desgarrador y fatal: "México está en bancarrota", ha dijo López. El fracaso anticipado de su gestión ya sido oficialmente anunciado por él mismo y hasta culpable ha citado: el iceberg que el capitán ha vislumbrado desde ya, se llama "el Banco de México".


López es un capitán que no gira el timón para evitar el choque...sino que es un capitán que directamente encamina el Titanic rumbo a la colisión.


Todos los meses de enero son irremediablemente difíciles en lo económico.


Y a esa tradicional cuesta de enero, cada 6 años se suma la cautela de los inversionistas, nacionales y extranjeros, que esperan conocer las medidas concretas del nuevo gobierno, para en ellas fincar las certezas de su decisión de invertir, o no hacerlo.


1.- Pero ahora López les ha advertido, falsamente, que México está en bancarrota.


2.-  Pero ahora López ha adelantado el fracaso económico de su gobierno, responsabilizando de antemano de ello a las políticas del Banco Central o Banco de México.


3.-  Sus indecisiones sobre temas fundamentales, persisten.


4.-  Las contradicciones en su discurso, se han convertido en hábito.


5.-  La falta de experiencia en los miembros de su gabinete anunciado, es manifiesta y hasta preocupante.


Los capitales (los empresarios, nacionales y extranjeros), son cautelosos.


En un ambiente de incertidumbre, de belicosidad, de bancarrota económica y fracaso anticipado, ¿quién se atreverá a invertir? ¿Quién destinaría sus recursos a proyectos cuyo buen puerto nadie conoce? Y si a lo anterior se suman proyectos faraónicos, sin sustento racional de gasto...



Sí, sí, sí. Por un lado, recesión. Por el otro, gasto extremo y preludio de endeudamiento, emisión de dinero sin respaldo e inflación. Devaluación.


La suscripción de un nuevo tratado o convenio comercial con Estados Unidos y Canadá no es una varita mágica. No es la solución de los problemas económicos. Por el contrario, plantea serios retos y concentra el mayor ingreso en las exportadoras. 


Frente a ello, las vírgenes prudentes toman sus providencias. Se preparan y mejor invierten su dinero en acciones de compañías mineras, en empresas con elevados niveles de exportación, en firmas con bajo endeudamiento (sobre todo en moneda extranjera). En otras palabras, se anticipan para una posible política económica devaluatoria.


Lo mismo  se está haciendo en el contexto internacional. Los niveles de endeudamiento por parte de los gobiernos de las llamadas democracias internacionales, es preocupante. Se están financiando con dineros de otros gobiernos, que compran sus papeles-bonos a tasas altas.


Bancos centrales de algunos países ya se están anticipando y elevan de forma significativa sus reservas en oro. No quieren correr los riesgos de la crisis financiera que se avecina a nivel internacional, sin estar lo suficientemente apalancados en oro. Las monedas tendrán una margen elevado de volatilidad.























Finalmente lo mismo sucede en la Iglesia.



El católico prudente, frente a la descomposición que se sufre en la Iglesia, también se anticipa. Mantiene la Fe y el estado de gracia. Porque no sabe ni el día ni la hora. Tanto Mateo como Marcos contienen advertencias que no pueden ser pasadas por alto: «(...) surgirán falsos profetas que inundarán las plazas sembrando malos augurios, habrá terremotos con la secuela del hambre, perseguirán a los genuinos apóstoles que serán traicionados por sus mismos hermanos» y, como señal última, «cuando vean la abominación de la desolación, al ídolo del opresor instalado en el lugar en que no debe estar, que los que estén en Judea, huyan a los cerros».


Así sea.


Así sea.

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